Libélulas en la piel

Aprendiendo a bailar bajo la lluvia…


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Lagartijas en la cama

Me hablas de fracasos, yo contesto que lecciones, mientras calientas mis pies entre tus piernas sin acabar de entender que se me está inundando el alma. Que era hielo antiguo y escarchado, que arañaba mi corazón con sus carámbanos afilados, congelando estas entrañas econdidas tras lo cálido de mi piel.
Tu mirada de fuego anuncia el deshielo, mi cuerpo contenido, conoce los rios que desbordan sus sentidos. Intento abrir las presas y evitar inundaciones, pero los engranajes están oxidados y a veces me cuesta. Y apareces tú, dulzura en tus manos rudas, una sonrisa franca y un déjame a mi, y las compuertas se abren y se desbordan mis mares.
Y que más da. Que más daran los cuentos antiguos y las moralejos de otros. Que ni siquiera me arrepiento de haber tardado tanto en quitarle el polvo a mis prejuicios, que ahora tengo una lagartija en mi cama, que se remueve impaciente a mi lado, buscándome la piel y los pies. Que me presta el hueco de su pecho para vivir en el, que me mira y se rie y yo me pierdo en su boca, descorchando carcajadas nuevas; que escala por mi espalda y me da la mano, ten cuidado no te caigas.
Calienta mi vida y yo que me dejo, y ahora resulta que, después de todo, la cama está fría si la lagartija no está.


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Me gusta así

Me  gusta así, despacio, que aún hay cicatrices en mis pies tras la última carrera y no quiero que estén cuando estrene zapatos nuevos.

Que el último cigarro siempre sea el penúltimo, el último beso el primero de los de mañana.

Me gusta así, con una pizca de temor instalada en nuestras manos, con la curiosidad humedeciendo los labios, con la mirada feroz del anhelo. 

Que la piel se erice con el roce casual, que el cuerpo tiemble pensando en lo que vendrá.

Me gusta así, imaginado que siempre me mirarás igual, mordiéndote un poco los labios, desviando la vista y blasfemando bajito.

Que no sé si es un paseo o una gran travesía, que quizás soltemos nuestras manos en la siguiente esquina.

Me gusta así, con el puente a medio bajar y tu escalando por mis muros, sin miedo a caer en el foso y sin yo lanzarte una cuerda.

Que sepas ya que las cuerdas atan y mi vuelo es libre, y aún así quieras volar en paralelo.

Me gusta así, lento, que la rutina ya nos traerá las prisas y los calendarios, tu control se perderá en mi caos, y los besos ya no serán tan largos.

Que hoy es hoy, que de mañana nadie escribió nada y además que más da. Hoy me gusta así. 

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Puntos suspensivos…

Sin estar sigues aquí.

 Con tus silencios y el banal ruido que sale de tus labios cuando no soy yo la receptora.

Con papel de lija en tus yemas, arañando espaldas mojadas de relieves diferentes a la curva de mi nuca.

Con mi vino y mi copa, que nunca fue tuya, aunque compartiéramos el sagrado caldo  casi todas las lunas.

Con mis manías y tus costumbres, iguales, contrarias, incompatibles, inseparables… Como nuestras manos.

No has estado nunca y sin embargo todavía no te has ido.




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Plazo vencido.

No te creí capaz,
y orgullosa de tu zas en toda boca, me quito el sombrero ante tí.
Lo has conseguido, y no dueles tanto como debieras.
Lo has conseguido, y yo vuelo más ligera.
No quise bailar antes con el teclado por no ver tus letras
tuyas las últimas comas y mis primeros puntos
y tras vencer el plazo y superar la prueba
me enfrento al blanco impoluto del papel vacío
y siguen bailando mis dedos al son de nuestra canción
Pero es una danza ligera, sin el peso de la ausencia
Sin la torpeza de la duda
Ya no hay castillos de naipes en la mesa
Sólo un un juego de cubiertos y una copa
Y una sonrisa tras esta feliz soledad.

Ya no hay versos, nunca supe de métrica
Y tras tu marcha, sólo vuelo en prosa.


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Da igual

Lo peor de todo es tener que tragarme sola siempre tu tristeza.
Siempre yo, siempre sola. Contra mi viento y tu marea. Agua, roca y corazones que erosionan en las tardes tristes de invierno.
Tú que no sabes, yo que no quiero saber, y esta lucha absurda que sólo a mi me desgasta.
Da igual, ya nada tiene sentido. A mi me atrasan las citas y a ti te adelantan los viajes.

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Cruel

Cruel este tiempo añadido
Que alarga las distancias
Acorta los suspiros
Seca el sudor de mi espalda

Cruel el hielo que tapona mis venas
Ralentizando mis latidos
Me pinta los labios de azul
Congelándome los pies

Cruel el beso no correspondido
Los caracteres formando palabras
Los silencios recibidos
El cursor parpadeando

Cruel recuerdo el de tu risa
La boca imperfecta
Rasgando mi oído
Mirada perdida

Cruel imagen de su sonrisa
Siempre costosa
Arrancada a dentelladas
Labios que quisiera morder

Cruel entenderte
Cruel no saber

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Rotos

Todo se quiebra a tu paso
Inseguras tus pisadas sobre el asfalto
Temblorosa la mano que te acerco
Arañan tus pestañas
Sangre en mis mejillas
Veo tu final y subo la apuesta
Corro en dirección contraria
Rompo la pared que nos une
Sólo nos quedan grietas que rellenar
Sólo rotos sin arreglar.


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Infierno particular

Sólo queda silencio.
Escombros de la fiesta de anoche
Botellas rotas desgarrándome los pies
Restos de risas encima de la mesa
Y un puñal en la cocina

Una invitación formal a atravesarme el corazón
“Querida, ya nada pintas aquí”
Y unos pasos que se alejan
Un portazo y el ruido del motor
Los invitados abandonan la ciudad

Sentada entre las ruinas de mi ser
Espero ver salir el sol
Y sólo sale humo por mi boca
Se abrasa mi estómago
En mi infierno particular


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Sin prisa

No tengo prisa, a mi edad el tiempo ya carece de sentido.
Ahora quiero besos largos y el café en taza grande
Que perduren sus sabores hasta perder el ansia,
Que no evoquen el pasado, que estén sin estrenar.
Prefiero mirar como te desvistes despacio
Que me muestres tus huesos y las tiritas de tu alma.
Hoy no quiero que me arañes el corazón,
Sólo un soplo fresco que alivie mis miedos y avive el fuego.
Que el tiempo pase despacio, entre canciones y humo
Que el roce de mi dedo con tu pecho sea sorpresa
Que tu lengua sea amarilla y tu risa de verdad.
Quiero no saber, dudar, jugar a ser nuevos en esto
Equivocarme, caminar hasta el precipicio y preguntarte si quieres volar.
Sólo eso. Sólo paz.

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Noche de verbena

A través de las ventanas abiertas, se cuela el sonido de la verbena; risas amortiguadas y pruebas de sonido anuncian el inicio del baile.
Bebe un sorbo de su copa de vino mientras busca el vestido rojo. Lo deja en la cama esperando su turno, y un cuerpo joven de alma envejecida se refleja en el espejo. Sonríe ante su propia imagen, se siente satisfecha y se sabe hermosa. Tal vez debería perder algo de peso, se dice, un poco de crema antiarrugas bastará para el corazón.
Suenas los primeros acordes de la orquesta y un aplauso muestra un público entregado.
Se viste despacio, no hay prisa, la música empieza pero ella se prepara para un baile eterno. Vestido rojo, sandalias negras de tacón, Russian Red en sus labios, un beso al aire y lista para volver a empezar.
Baja la calle feliz, volando entre el gentío perfumado para la noche de fiesta. Una leve brisa le trae olores antiguos, los deshecha con un golpe de cabeza, se alisa el cabello y sonríe. Allá vamos!
Entra en la plaza, respira hondo y avanza. Es su fiesta, es su verbena, la orquesta toca sólo para ella. Ahora su momento, ahora le toca a ella. Y ha decidido ir a la fiesta, dejar de bailar siempre con el más feo, o con el más duro, dejarse llevar y quién sabe, tal vez caer en unos brazos con ganas de besarle el alma. Quién sabe lo que puede encontrar ahora que sólo se busca a si misma, la vida sonríe a los que no tienen miedo.
Un paso más. Empieza su noche de verbena!